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Introducción El Gobierno de Dios, Libro 1

7. ¿Qué es lo que, además, entienden esos lectores sobre el termino de “sencillez”? Cuando una obra está presentada de tal manera que incluso los niños la pueden comprender (mientras que sepan leer bien y puedan pensar un poco más allá del abecedario) a pesar de la inevitable cantidad y profundidad de los asuntos que para la visión humana limitada pueden resultar misteriosos, Yo diría que esta obra no carece ni mucho menos de una bien lograda sencillez. De todos modos las imágenes y la lengua hablada que también son expresivas, no precisan de una obra escrita con sencillez, sino únicamente de la comprensión de un corazón sencillo. En cuanto al intelecto humano más le parece que la sencillez, la calma y la cosmología suficientemente profunda faltan, tanto mayor, en realidad, es la intensidad de estas características. Porque lo que al corazón le da calma y paz, esto mismo tiene que poseer la calma y paz en abundancia; pero al intelecto, por supuesto, no le puede dar calma porque este no es receptivo para ella, con lo que en una obra escrita el intelecto no podrá encontrar calma alguna, al igual que un río que no encontrará calma antes de haber llegado a la profundidad del mar. Si el intelecto de los sabios del mundo pudiera humillase y desde su altura imaginaria rebajarse al fuero vital de un corazón sencillo, ya desde allí, en su ambiente de calma y paz, se enteraría de la calma intrínseca de la obra actual y de su gran circunspección, echadas en falta. Pero mientras el intelecto humano revolotee en la altura de castillos haciéndose sabiduría mundana, parecido a un gallo del campanario montado en la aguja de una torre, y esté continuamente expuesto a toda clase de vientos de dudas que soplan desde todos lados, girándole de acá para allá... muy poco encontrará de calma ni tampoco la circunspección acostumbrado a esas alturas de viento.

8. Y si alguien en esta obra echa en falta “cierta profundidad de cosmología”, que le conste que el Dador de esta obra no tenía ni mucho menos la intención de enseñarnos sobre una cosmología que ahora, por desgracia, ya está muy extendida entre la humanidad... sino que en todos aquellos que lean esta obra dentro de la verdadera paz y sencillez de su corazón y la tomen por lo que realmente es, el Dador quiere despertar unos buenos principios, para que a partir de estos se alimenten de una fe viva y verdadero amor hacia Dios y el prójimo.

9. Además, todos aquellos que lean esta obra con el debido esmero, también llegarán a un concepto de cosmogonía bastante noble... y esto sin apoyo por parte de los sabihondos del mundo que, mediante sus vanas investigaciones intelectuales y su concepto de cosmología, no conseguirán a las verdaderas profundidades de la constitución del mundo y del universo como esta obra les explica a sus lectores... Y esto sin hablar de las comunicaciones posteriores en las que aún será revelada incluso la constitución material y espiritual de los diversos soles, sistemas planetarios y sistemas de soles centrales...

10. Esta obra explica con claridad la evolución material y más aún el desarrollo espiritual desde el origen primario de todas las cosas creadas, es decir, que abarca una cadena infinita de épocas de evolución... y, de por ahí, sale un investigador al que parece que a esta revelación le falta profundidad... y realmente, para él ni en todos los Cielos habrá un ungüento para sus ojos que pueda curar semejante miopía.

11. Los buenos lectores de esta obra podrían decir con todo derecho: «Nosotros que somos unos amantes de Dios muy simples y poco lúcidos, aparte de frecuentar su universidad en nuestros corazones, nunca hemos asistido a la de París, Jena o Göttingen, pero no queríamos cambiarla por toda esa sabiduría tan célebre. Porque la continua visión en las profundidades de las grandes Creaciones de nuestro Padre tan sumamente sabio nos entusiasma más que todo aquello que vosotros en los últimos mil años de investigaciones produjisteis con vuestra ceguera. El alcance de vuestros telescopios y de vuestros vectores matemáticos lo podemos apreciar a base de vuestros calendarios, y las medidas que tomáis no nos son desconocidas. Pero para definir el alcance de la visión clara de nuestros corazones que habitan en Dios, todos vuestros telescopios y vuestros vectores matemáticos de poco os servirán.

12. De modo que aquel que quiera leer esta obra y sacar un verdadero provecho para su alma, que la lea con toda sencillez de un corazón devoto a Dios –– sin figurar de censor como acostumbra el intelecto mundano. Si es un buen administrador del corazón, en la obra presente encontrará en abundancia todo lo que un lector hondamente intelectual no encontrará».

13. Y ahora mi Bendición y Gracia para los lectores conscientes que tienen un corazón puro y una buena voluntad. Amén.

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