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Capítulo 14 El Gobierno de Dios, Libro 1

1. Enseguida Abel se puso de rodillas, compenetrado de suma alegría por tanta Gracia de lo Alto, y dijo: «¡Oh gran Padre querido, sumamente santo y bueno, ve a tu siervo insignificante, aquí ante Ti en el polvo y consciente de su profunda indignidad!... Y ve como desde su profunda bajeza te mira a Ti, el Todopoderoso lleno de Misericordia, en tu suma altura... Oye al hijo que implora tu Gracia por sus padres débiles y por todos sus hermanos y hermanas... Y no me prives de tu Fuerza, este gran regalo que emana de Ti... ¡Consiente en que esta tu gran Fuerza se derrame sobre ellos para el perdón del pecado y la recuperación de la Vida que emana de Ti!

2. Ten Misericordia y cambia esta región conforme a tu parecer, para que se vuelva fértil y los débiles encuentren alimento suficiente y una fuente de agua fresca para calmar su sed... y haz que vengan animales útiles que les puedan servir, obedeciendo a su voluntad.

3. Oh, Padre santo sumamente bueno, ¡atiende mis ruegos, para que tu santo nombre sea glorificado en los corazones de los tuyos profundamente arrepentidos!».

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