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Capítulo 14 El Gobierno de Dios, Libro 1

3. Oh, Padre santo sumamente bueno, ¡atiende mis ruegos, para que tu santo nombre sea glorificado en los corazones de los tuyos profundamente arrepentidos!».

4. Y ahora fíjate lo que ocurrió después de que Abel hubiera terminado su oración que era muy de mi agrado: Hubo un aire refrescante que pasó por el desierto impasible, y nubes claras se formaron por todo el cielo –– y empezó a llover en todo el desierto. Con la misma lluvia cayeron semillas de toda clase en los pequeños surcos formados por la lluvia, y al cabo de un rato todo el desierto se había vuelto verde. Hubo hierbas, plantas, zarzas y árboles de gran variedad. Y el lugar donde el devoto Abel, de rodillas, me había rezado en el espíritu y en la Verdad, surgió un árbol gigantesco con ramas extendidas y hojas muy anchas, lleno de frutos deliciosos. Su nombre era “Bahahania” que quiere decir “confortación para los débiles”, hoy en día conocido por el árbol del pan.

5. Y desde las nubes claras que derramaron tanta bendición hablo una voz suave al devoto Abel: «Abel, querido hijo Mío que ahora eres libre, agita la espada sobre los que duermen, con la mano izquierda, y despiértalos para el arrepentimiento y la mejora de su modo de vida ante Mí, para todo el futuro... Y sé para ellos un verdadero modelo –– un precursor de Aquel que vendrá en el tiempo de los tiempos para la Salvación, y diles que hasta entonces nadie podrá liberarse de la Ley... y que a continuación los Mandamientos mantendrán cautivos a todos aquellos que no participan en el renacimiento espiritual mediante el Hijo que será el Camino, la Luz, la Verdad y la Vida eterna –– Él será el único vencedor de la muerte.

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