Sacudido por un gran arrepentimiento, se echó al suelo y gritó llorando: «¡Gran Dios, sumamente poderoso, fuerte y santo!, ¡sólo ahora reconozco mi culpa infinita y mi debilidad ante Ti –– ante tu Justicia pero también ante tu Amor ilimitado! – El Gobierno de Dios, Libro 1, Capítulo 15, Párrafo 11
|