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Capítulo 15 El Gobierno de Dios, Libro 1

5. ¿Por qué, entonces, tengo yo que expiar una culpa a la cual nunca pude contribuir, dado que no soy la causa sino el fruto del pecado?... ¡Y por esto tuve que prescindir de la Bendición que os fue dispensada a vosotros en toda plenitud!... Con lo que yo tuve que arrastrarme con grandes dificultades, cargado con la maldición de Jehová inmerecida, mientras que vosotros podíais brincar como los ciervos.

6. Y ahora te voy a decir la causa de mi acción: la serpiente en la hierba me habló y me dijo: “¡Cómeme, sáciate de mi carne y calma tu sed con mi sangre, y serás un señor de la Tierra! Todos tus descendientes reinarán en ella, y su fuerza y su poder serán mayores que los de todos los bendecidos. ¡Yo no te doy mandamiento alguno, sino te doy el poder para reinar y la fuerza para subyugar todo!”.

7. Ves, así me habló la serpiente, y ella continuó: “¡Mi carne acabará con tu naturaleza injustamente inculpada ante Dios, y mi sangre te dará una nueva personalidad sin culpa alguna, provista de todo poder y toda fuerza!”. A continuación la serpiente se calló y yo la cogí y me la comí, tal como lo viste».

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