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Capítulo 15 El Gobierno de Dios, Libro 1

8. En ese momento Abel sintió un impulso y, con su diestra, agitó la espada de la Justicia sobre la cabeza de Caín. Con este gesto a Caín se le abrió la vista y reconoció su gran injusticia al haber inculpado a sus padres... y vio que toda la culpa estaba en él mismo... Vio los caminos insondables del eterno Amor en su gran Sabiduría ilimitada... y vio que en realidad él mismo era la serpiente seductora que, por la Misericordia ilimitada del eterno Amor, se había vuelto hombre en Caín... para que como tal ––tras pruebas aún mayores–– se volviera consciente de su actual debilidad falta de Bendición... y para que consciente de toda la libertad de su ser, finalmente, pudiera dirigirse al Señor de todo el Poder y de toda la Fuerza, porque sólo de esta manera ––parecido a los benditos–– le tocaría la Bendición y con esta la readmisión por parte de la gran Gracia y del Amor misericordioso.

9. Y Caín vio que la serpiente que acababa de comerse era él mismo –– en lo que se refería a su componente maligno... y vio que él mismo era quien a través de su ira había hecho que la serpiente se formara entre las hierbas, y que las palabras de la serpiente procedían de él mismo... palabras que habían salido todavía del fundamento más íntimo de su ente primario, de los tiempos de antes de toda creación del mundo visible de toda materia.

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