La infamia que hiciste al Señor te tomará preso, y después de tu crimen se te abrirán los ojos y los oídos para que veas que el Señor me acoge como último sacrificio de tu mano, bien recibido. En adelante ya no habrá miramientos para ti sino únicamente la muerte con la que sacrificaste a tu hermano. – El Gobierno de Dios, Libro 1, Capítulo 19, Párrafo 21
|