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Capítulo 23 El Gobierno de Dios, Libro 1

5. Acto seguido el nuevo soberano abrió la boca y dijo: «¡Oíd, todos vosotros que sois súbditos míos, hombres y mujeres!, ¡que nadie jamás considere algo como propiedad suya sino únicamente como mía, para que finalmente se terminen las peleas entre vosotros! Por lo tanto, en adelante, vais a trabajar para mis despensas; y en cambio yo os daré de comer, a cada uno conforme su aplicación... Los más fieles podrán estar más cerca de mí que los menos fieles... Los observadores de los reglamentos y los ejecutores de los castigos tendrán una comida más opulenta... Pero ¡ay de los desobedientes, porque a ellos los despacharé a las montañas donde las bestias salvajes los despedazarán! Aquellos que infringen mis leyes por pereza, falta de atención o descuido, ellos serán castigados con látigos hasta que sangren... A los que se atrevan a contradecirme en lo que fuera, se les arrancará la lengua y luego se les echará a las serpientes... Y aquel que osara mirarme de reojo, a él se le vaciarán los ojos para que en adelante ya no pueda ver a su soberano. El perezoso servirá de bestia de carga y será tratado como tal, con palos, para que sus manos y pies se vuelvan más ágiles.

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