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Capítulo 26 El Gobierno de Dios, Libro 1

12. Como los diez soberanos vieron que los “animales racionales” les obedecían incondicionalmente ––por supuesto por el gran miedo de los malos tratos extremadamente brutales que les daban–– uno tras otro eligió diez siervos entre los ciudadanos libres para ennoblecerlos junto con los suyos. Estos, a cambio, tenían que concederles a sus hijas como concubinas ––si les parecían suficientemente guapas–– y engendraron con ellas miles de niños a los que entregaban a los “animales racionales” para que los alimentasen. Una vez adultos, los masculinos formaron parte de los “animales racionales”, mientras que las femeninas sirvieron de concubinas, y esto ya desde la edad de doce años, con lo que de esta manera muchas se volvieron estériles... y más tarde cuando habían perdido sus encantos, las mandaban a cuidar animales.

13. De esta manera pasaron treinta años. Y como en este plan obsceno el pueblo había aumentado a varios cientos miles de personas que la servidumbre ya no podía abarcar con la vista, esta decidió ––con el consentimiento indiferente de Hanoc, su dios inerte–– que había que construir diez ciudades nuevas, a las que dieron los nombres de los diez soberanos:

14. Kad, Kahrak, Nohad, Huid, Hlad, Uvrak, Farak, Molakim, Uvrahim y Thahirak.

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