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Capítulo 26 El Gobierno de Dios, Libro 1

Cuando estos siervos vieron que, impunes, podían hacer lo que querían, ellos mismos empezaron a gobernar, promulgando nuevas leyes a los súbditos... Primero: Rendir al soberano un homenaje divino mediante diversas ofrendas. Segundo: Un súbdito que tiene una hija de belleza exorbitante debe concederla al soberano. El súbdito afortunado cuya hija sea aceptada, en adelante será exento de toda clase de impuestos, se volverá libre y propietario de su casa, y tendrá acceso libre a la casa del soberano donde podrá hablar con los siervos y una vez por año le será permitido ver al soberano y agradecerle esta gran gracia... – El Gobierno de Dios, Libro 1, Capítulo 26, Párrafo 5

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