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Capítulo 27 El Gobierno de Dios, Libro 1

La política de los concejales de Hanoc

1. Una vez que las diez ciudades estuvieron terminadas, los diez soberanos se presentaron a Hanoc y le dijeron: «Hanoc, ¡gran dios de todo poder y toda fuerza! (Nota bene: ...una fuerza que, en realidad, no fue sino ratería, sensualidad, engaño, toda clase de maldad, frialdad, engendro de la serpiente, brutalidad, mentira, lisonja y sacrilegio de toda clase...) Ve, tu pueblo guiado por tu justicia sabia insondable e ilimitada se ha vuelto muy grande y se ha extendido en todo este gran país de tu magnificencia divina, de modo que ya no se puede abarcarlo con la vista desde tu residencia... y si lo perdiéramos de vista, harían lo que les diera la gana. Incluso cabe dentro de lo posible que se despisten hasta tal extremo que vuelvan a evocar y adorar al antiguo Dios de Caín, a pesar de que tú ahora eres el único al que corresponde toda adoración... y que a este antiguo Dios se le pudiera ocurrir atender a uno de ellos y proveerle con un poder invencible... y este pudiera reunir mucho pueblo para luego atacarte y finalmente acabar con todos nosotros.

2. Luego tampoco tendríamos suficientes servidores fieles para que recogieran los frutos de los campos y para traer aquí lo que la tierra ha producido para ti, oh gran dios...».

3. A eso Hanoc quedó perplejo y no sabía qué medidas tomar, porque no se había enterado de lo mucho que su pueblo había aumentado. Después de un rato lleno de sobresalto y, con voz de miedo, gritó: «¿Y si a todos esos que sobran, poco a poco, los diezmáramos al número de entonces cuando eran débiles y desanimados del todo? –– ¿Qué decís vosotros, mis fieles?».

4. «Oh dios, sumamente justo, ¡considera lo que es posible y lo que no! Porque si sólo a uno de ellos le matáramos a palos, ¡en seguida todos te asaltarían y nos matarían a todos! Además, acuérdate del recipiente por encima de las estrellas del cual Caín nos habló tantas veces... y qué pasará si empezamos a cometer semejantes crueldades».

5. Con lo que Hanoc tomó una decisión: «¡Ahora oíd mi voluntad! –– ¡Que cada uno de vosotros ––mis diez siervos más fieles–– ocupe una de las diez ciudades y reine en mi nombre!... Y que haga justicia conforme a su comprensión y sancione las leyes con vigor. Pero si uno de vosotros se volviera tibio, ¡encima de él pondría aquel de vosotros que siempre fue el más fiel y aplicado! ¡Y en los frutos que aportéis os reconoceré! El primero que me traiga las ofrendas que corresponden a mi santa majestad, será el primero en recibir el elogio de la justicia, y aceptaré un tributo menos abundante como si fuera el mayor; mientras que aquellos cuyo tributo llegue más tarde, aunque sea mucho, lo consideraré como poco... porque de ello puedo evaluar su pereza... Y el último será sometido al primero para que mejore en su celo por todo lo que sea justo. Porque la justicia implacable es el único fundamento para un imperio como nosotros lo tenemos de propiedad.

6. He aquí mi voluntad que es severa y justa... porque yo soy vuestro dios y señor... y no podéis ni debéis tener a otro –– ni vosotros, ni todos los súbditos libres, ni los que están a nuestro servicio. Es evidente que antaño hubo un Dios antiguo que también fue muy poderoso –– mientras ejercía la justicia. Pero parece que más tarde la proscribió y, tanto a los malhechores como a los justos les hizo el bien, por una inclinación que llamaban “amor”... algo parecido a la emoción que nosotros sentimos ante las bonitas mujeres... y de esta manera finalmente se hundió, con lo que ahora ya no existe.

7. Por lo tanto, ahora yo ocupo su lugar, tal como me veis. De modo que tampoco serviría de nada el evocar a ese dios antiguo, puesto que ya no existe... Con lo que en todos los asuntos tenéis que dirigiros a mí, dado que ahora todo poder es inherente a mí...».

8. (Nota bene: Disparates como estos y aún peores acerca de mi personalidad las tengo que oír de cientos de miles, aún hoy en día, que en su insensatez por su razonamiento lóbrego se sientan en mi Trono en el que se adoran a sí mismo... aunque ya no se llamen “dioses” porque este término les parece demasiado ordinario o ridículo, sino que se llaman “filósofos”, “sabios” y “doctores” de toda clase. Esta especie aún querrá obligarme a que Yo aprenda con ellos, si, en esta época tan ilustrada, quería ser un Dios incluso de ellos –– de los sumos sabios... Pero Yo os digo que una lombriz es más razonable que esta especie, aunque no tenga más que un solo sentido. Y os digo que estos sumos sabios pronto van a poner ojos como platos sin ver más que los campañoles dentro de la tierra y, aguzando el oído, no oirán más que un pez en el agua que no tiene voz y por lo tanto tampoco oído).

9. Esta reacción de Hanoc, con los diez soberanos, era como llevar el agua inagotable a su molino, dado que Hanoc se había anticipado a su deseo más íntimo... Además, les había dado el mandamiento de gobernar con toda severidad, lo que les iba de maravilla –– con lo que estaban legítimamente autorizados a hacer todas las tonterías imaginables... y podían engañar al pueblo y a su dios tan estúpido.

10. Cuando el dios Hanoc había terminado, despidió a los diez soberanos. Estos, aparentemente, estaban profundamente impresionados por este discurso; pero en sus corazones estaban más que contentos por la insensatez de Hanoc que, por miedo y diversas preocupaciones, de la voluntad de ellos había hecho ley severa, y creían que él realmente pensaba que era dios... Pero en este punto estaban completamente equivocados, porque íntimamente Hanoc sabía muy bien que no era dios, dado que su debilidad y su agotamiento total se lo manifestaron con toda claridad.

11. Sólo quería mantener a los otros en su ceguera y confirmarla ––por la causa del tributo–– y se dijo: «¡Es fácil predicar a los ciegos porque no distinguen entre negro y blanco, y entre el día y la noche!». Aunque en esto también él estaba equivocado... De modo que entre todos ellos había una relación como entre chiflados... donde, además, cada uno tomaba al otro por menos listo.

12. Cuando luego los diez se juntaron en una sala, Kad empezó a dirigir un discurso a todos: «Ved, hermanos míos que todos tenemos el mismo padre que es Caín, y todos hemos visto al patriarca Adán y a la patriarca Eva, mientras que Hanoc nunca los ha visto... Ved, Caín, nuestro padre, fue un malhechor como ninguno de nosotros; y aun así, cuando se dirigió al Dios de Adán, Este le dio lo que quería.

13. ¿Qué más necesitamos nosotros? Todos somos testigos de las grandes acciones del Dios de Adán, con lo que sabemos dónde mora el Todopoderoso. Lo que Caín hizo en su gran miseria, nosotros también lo podremos hacer en nuestro bienestar. Y sed seguros de que pronto se manifestará Quién es el verdadero Señor en el país bajo. Por este motivo, que cada uno de nosotros erija un altar para este Dios y que le sacrifique los frutos de este país, ¡y el resultado será evidente! Después, Hanoc el necio podrá esperar mucho hasta que le llegue el tributo para su majestad imaginaria –– de nosotros que hemos visto a Adán y a Eva...».

14. Nada más Kad terminar su discurso, Kahrak se levantó y tomó la palabra: «Hermanos, si es así, ¡entonces ya hemos ganado! Porque en lo que a mí se refiere, soy totalmente de la opinión de Kad; porque seríamos aún más insensatos que Hanoc, si nosotros que somos los más poderosos, de buenas a primeras cuidásemos de él, fomentando su sensualidad para que cohabite con nuestras mujeres más bonitas... y sólo cuando estas ya no le complacen nos las deje a nosotros, haciendo como si con esto nos concediera una gracia especial... Por esto, digo yo, ¡que las más guapas las vamos a guardar bien para nosotros! Las menos guapas las dejaremos a nuestros siervos y que el resto se vuelva propiedad de nuestros súbditos. ¡De modo que Hanoc tendrá que servirse de sus propias hijas!... Ya era hora de que experimente la vergüenza por experiencia propia, que se vuelva flaco hasta los huesos y que coma con los terneros y beba con los pájaros. ¿Acaso esto no es exactamente lo mismo que hizo con nuestros padres? –– ¿Por qué no vamos a hacer lo mismo con él? Él aún se reservó derechos que el padre Caín olvidó reservárselos, ¡con lo que tuvo que huir, a pesar de que era tanto padre de él como de nosotros! Para nosotros, sin embargo, no es más que un hermano degenerado. ¿Qué, entonces, nos puede impedir el hacerle pagar la huida de Caín? Ved, este es mi parecer que también es en favor de todos vosotros... Y yo, por mi parte, voy a hacer ante el antiguo Dios lo que a Kad le parece conveniente, sabio y eficaz».

15. Todos estuvieron de acuerdo con estas palabras, y Nohad se levantó para hablar: «Todos conocéis el cargo con el que yo, conforme a la voluntad de Hanoc, tenía que cumplir con toda fidelidad y todo esmero. Pero ¿qué he ganado en todo este tiempo? Cada uno de vosotros me contestará: “Nada, ¡absolutamente nada!”. Tenía que ayudar al gran estafador en sus estafas ––por las buenas––, volviéndome yo mismo un estafador engañado. Porque por causa de su hipocresía, yo como celador estricto de la justicia, ante el público tenía que vivir una vida más que frugal, privándome de cualquier placer. Aun así, en vez de recibir un elogio y una compensación secreta, sólo me llegaron reproches severos y amenazas de toda clase. Vosotros todos teníais más suerte y teníais muchas posibilidades para haceros la vida más agradable, lo que para mí fue imposible porque siempre estaba colocado como primer blanco ante las extravagancias de su sentido de justicia. Con lo que siempre fui yo el que tenía que velar por la ejecución minuciosa de sus increíbles caprichos detestables, y me tocaba a mí el dar a las cosas cualquier aire de justicia mediante mi propia hipocresía impuesta; con lo que al fin de cuentas siempre fui yo el verdadero estafador pero al mismo tiempo también el verdadero engañado –– y esto en tres aspectos: Primero: por parte de Hanoc por causa de la ley. Segundo: por mi mismo ante la causa del pueblo. Tercero: por parte del pueblo y todos vosotros, por culpa de Hanoc. Supongo que os he descubierto con suficiente claridad el porqué de mi frustración y de mi función ficticia. Ahora juzgad vosotros mismos si soy injusto si por gratitud por semejante “reconocimiento” me quito este triple engaño de encima y lo lanzo con toda fuerza sobre la cabeza de Hanoc, ¡porque todo esto lo voy a descubrir al pueblo! Y que él después se fije bien adónde se escapará su “divinidad”, para que pueda ir detrás de ella como un cojo detrás de un ciervo... Con lo que también yo voy a hacer lo que Kad y Kahrak nos recomendaron. De modo que la trápala de mis camellos no molestará a sus oídos ni mis tributos insultarán los ojos de él. ¡Y voy a tomar posesión de la ciudad que lleva mi nombre!».

16. Todos estuvieron de acuerdo y dijeron: «Lo que Nohad ha dicho es correcto y justo; de modo que actúe conformemente».

17. Después se levantó Huid cuyo tono de voz sacudió a la asamblea malvada como un rayo: «¡Oídme hermanos e hijos de Caín desterrado, y entended mis palabras de gran importancia!

18. ¿Quién podría contar las gotas de sangre que ––tras las sentencias de Nohad el engañado–– por mis fuertes manos han brotado de las espaldas del pobre pueblo débil que tanto como Hanoc y nosotros desciende de Caín?... y esto no por haber infringido cualquier ley o por el delito de pereza, ni tampoco por la menor causa aparentemente punible, sino como todos sabéis, únicamente por el sadismo de Hanoc o como pasatiempo para él... y esto sin hablar de los malos tratos tan brutales durante las obras de la construcción de las ciudades... De modo que me resulta inexplicable cómo estos pobres han podido sobrevivir en esta larga época de martirios. En cada ocasión en que queríamos llamarle la atención sobre ello, siempre nos nombraba la fragilidad de aquel recipiente encima de las estrellas, ¡mientras que siempre se olvidaba de aquel de debajo del suelo de la Tierra!

19. Pero os pregunto a todos si no os parece que el pueblo debajo de los cascotes del recipiente reventado se encontraría en mejores condiciones que debajo de nuestros látigos y palos... Decidme, ¿qué ha hecho Hanoc para el recipiente de debajo de nosotros? Supongo que aparte de las incontables gotas de sangre de nuestros hermanos habrá poca cosa en él. Y si nosotros no nos hubiéramos hecho cargo del gobierno, con astucia, ¿no habría él empezado ––como dios de toda crueldad–– a aniquilarnos uno tras otro?

20. Mientras todavía éramos sus siervos, también teníamos que ser crueles para no despertar sus sospechas. Aun así, las ciudades están construidas, el pueblo está repartido, el poder es nuestro. Y también hay acuerdo acerca del nuevo reconocimiento del antiguo Dios y el sacrificio para Él. ¿Qué más necesitamos? Si el pueblo nos obedeció cuando sufrió nuestros malos tratos, tampoco se nos volverá infiel si queremos curar sus antiguas heridas mediante leyes más llevaderas. A mí me llaman “el malo”, pero aun así pregunto: Quién, en realidad es peor, ¿yo, Hanoc o la serpiente de Caín? A mí me parece que Hanoc es el maestro de toda maldad porque debe ser que la serpiente ha depositado todo su engendro en el corazón de él –– de lo contrario sería imposible el imaginarse semejantes crueldades de un hermano ante sus propios hermanos, y de sus hermanos ante los demás.

21. Por estas razones opino que deberíamos hacerle súbdito nuestro, sujeto al servicio nuestro, para que de esta manera poco a poco pague al pueblo su crueldad».

22. «Hablaste justo y sabiamente, hermano Huid», dijo toda la asamblea. «Y que de Hanoc se haga conforme tus palabras que han dado realmente en el blanco, con lo que confirmaste todas sus grandes crueldades que hemos visto con nuestros propios ojos».

23. Acto seguido se levantó Hlad y dijo: «Hermanos, todos sabéis lo cruel que yo tenía que ser contra todos para representar la ley severa, es decir, para presentar la crueldad arbitraria de Hanoc como ley implacable y que yo a todas sus malas jugadas tenía que hacer buena cara. Aunque yo no fui aquel que daba los golpes, pero sí fui el celador que tenía que contar los azotes que Huid y sus esbirros tenían que dar, y tenía que rendir cuentas a Hanoc sobre cada golpe dado, aun teniendo que demostrarle gratitud... Nunca fui insensible aunque por apariencia tuve que serlo; y como veis, ahora quiero hacer lo contrario: voy a ser para Hanoc lo que yo tenía que ser para el pueblo –– nuestros hermanos. Para el pueblo quiero ser caluroso, pero seré un vengador frío de las iniquidades que el pueblo ha sufrido de Hanoc, vengando el pueblo en Hanoc mismo... Mi fidelidad ante él se convertirá en venganza implacable y mi aplicación hará que sea el primero de entre vosotros que convertirá sus elogios en lloros y en gritos al cielo –– un regalo para los oídos de aquellos que estaban continuamente maltratados... y con las gotas de sangre que brotará de la espalda de Hanoc se enrojecerán las mejillas pálidas del pueblo maltratado.

24. Por lo demás estoy totalmente de acuerdo con vosotros, con lo que actuaré conforme mis sentimientos que durante demasiado tiempo ya tuvieron que hacer la vista gorda ante las crueldades y los sacrilegios de Hanoc. Porque aquel que es sensible ante dolor y las penas, seguro que también tiene un sentido para hacer el bien; de esto ya me he dado cuenta en incontables ocasiones. Por eso, en adelante, ¡gobernemos haciendo el bien! Aquel que hace el mal, que expire conforme lo que ha hecho, pero todavía con indulgencia –– porque también él es hermano nuestro. Pero al obediente y bienhechor se considera diez veces más –– porque sólo de esta manera se ofrende dignamente al Dios antiguo... una ofrenda que seguramente será del agrado de Él... si volvemos a traer lo que Caín y Hanoc perdieron tan descuidadamente».

25. Ante estas palabras de Hlad todos se levantaron y se inclinaron ante él diciendo: «De todos nuestros juicios el tuyo es el más acertado. ¡Tú eres el que está lo más cerca de los hijos de Adán, por esto sé un valioso modelo para nosotros, conforme al cual vamos a orientar y arreglar nuestras disposiciones!

26. La sangre todavía caliente de nuestros pobres hermanos ha derretido el hielo alrededor de tu corazón, y ahora emana un gran calor de él... Por esto, ¡actúa en este calor y a nosotros caliéntanos con su abundancia!».

27. Acto seguido Uvrak se levantó y dijo: «Todos vuestros juicios son correctos y justos. Y según mi entendimiento agudo él de Hlad es el más acertado y más convincente. Pero aún hay un detalle de suma importancia: En todo que hagamos, tenemos que aplicar la máxima astucia... Porque ved: ser justo, hacer el bien, juzgar justamente y correctamente, aplicar revancha justa, seguir un orden seguro –– todos estos son factores de suma importancia tanto para el pueblo como para todos nosotros... un conjunto de factores que abarca suficientemente todos los compromisos entre nosotros y el pueblo. Pero ahora también todos los ciudadanos libres saben que nosotros somos soberanos, y para estos insensatos Hanoc es un verdadero Dios, una convicción que ya no se les podrá quitar de la cabeza ni con azotes... y aún más que estos liberados, todo nuestro pueblo de súbditos está poseído de esta ilusión.

28. Si ahora, de manera brusca, empezáramos a maltratar a Hanoc, provocaríamos la reacción del pueblo. Y una vez que Hanoc se encontrase entre el pueblo y explicara que le habíamos atado las manos para que no pudiera evitar los azotes que le aplicamos, entonces el pueblo se levantaría contra nosotros y sus masas nos aplastarían.

29. Por este motivo y si queremos llevar a acabo nuestro propósito, entonces tenemos que proceder con gran astucia. Como yo fui su concejal más confidente, sé mejor que nadie cómo andan las cosas. Por esto mi opinión que no me engaña es la siguiente: Por lo menos durante tres años, pro forma, habrá que continuar entregándole el tributo... habrá que mantener el pueblo en buenas condiciones para que empiece a apreciarnos... habrá que informar a los más razonables sobre la vanidad del individuo Hanoc y sobre todas sus estafas, y llamarles la atención sobre las huellas del Dios antiguo... habrá que hacerles comprender que todos nosotros sólo intentamos encontrar una manera para sacarlos del yugo cruel de Hanoc... y que tendremos que empezar a actuar, ahora, porque de lo contrario a una gran parte de ellos les habría alcanzado la muerte.

30. Os aseguro que si tratamos e informamos al pueblo de esta manera y conforme el concepto de Hlad, entonces llevaremos gran ventaja. Y supongo que tampoco el Dios antiguo nos va a disputar nuestra soberanía si, además, le ofrecemos sacrificios. Sólo entonces estoy seguro de que Hanoc ––ya mediante el pueblo–– se enterará de lo que dijeron Huid y Hlad, mis oradores anteriores muy experimentados. ¡Tomad mis palabras a pecho, hermanos míos e hijos nobles de Caín!».

31. Todos se inclinaron y dijeron: «¡Amen! –– Así sea, para que las palabras de cada uno de nosotros entren en vigor ante Hanoc, el infame que proscribió a nuestro padre y blasfemo vil del antiguo Dios poderoso».

32. A eso todos volvieron a sentarse, menos uno: Farak. Este miró alrededor de él como si quisiera averiguar si detrás de alguno de los oradores todavía se ocultaba algo que no había llegado a la luz del día. Y lo que Farak buscaba con la vista, su mente pronto lo descubrió. De modo que empezó a hablar con ímpetu, y sus palabras no ahorraban nada a nadie, parecido a una espada en el campo de la batalla:

33. «¡Hermanos ––si todavía merecéis este título de honor–– he oído todas vuestras pláticas!... He oído lo que pronunciasteis en voz alta con palabras audibles, mientras que con astucia ocultasteis todas vuestras avideces ante los demás y, con vuestros propósitos fingidos, os mentisteis mutuamente, ¡con lo que os volvisteis amotinadores mutuos! Porque cada uno de vosotros está llevado por la idea de largarse de aquí lo antes posible para chivarse a Hanoc, aseverándole que antes de entrar en las funciones de su gobierno había conseguido convocar una reunión con los diez soberanos, para que cada uno de ellos diera su opinión sobre él ––tal como esta reunión se ha desarrollado aquí mismo delante de nosotros–– para que Hanoc se entere de la índole de los otros nueve soberanos... con lo que Hanoc seguramente le proveería con todo el poder y le nombraría soberano único sobre todos nosotros... Y consta que a los demás nos tocaría al menos la suerte de Caín...

34. ¡Oh, canallas!... ¡Oh, escoria de toda maldad!... ¡Preguntaos a vosotros mismos si fue una acción honesta lo que os hizo subir en lo que fuera! Porque todo lo que vosotros sois, lo lograsteis mediante artificios, astucia, fraude, lisonja e hipocresía. ¿Acaso el pueblo aún no ha sufrido suficientemente? –– Los pobres, tan miserables como son, ya no parecen hombres... ¿Es posible que tras vuestros azotes todavía les quede alguna gota de sangre? Y de nuestra parte, ¿acaso les hemos hecho el menor bien por habernos alimentado obedientemente durante tanto tiempo, sólo aplicándoles malos tratos de toda clase? Aquellos pobres a los que llamasteis “bestias racionales”, ¿acaso no tienen el mismo derecho sobre lo que la tierra produce? ¡Pero no les estaba permitido comer de los frutos maduros sino únicamente de los medio podridos! ¿Y con esto aún no os conformáis, sino queréis hacerlos aún mil veces más infelices de lo que ya son?

35. Ante todo esto os digo francamente: Si queréis gobernar al pobre pueblo del cual ni siquiera merecéis que sean vuestros hermanos, entonces absteneos de toda maldad y perfidia, y guiadlo ante el semblante de Dios, el Verdadero... y también para Hanoc sed verdaderos hermanos y no estafadores por la causa de vuestro bienestar... y, mediante verdadera fidelidad, volveos verdaderos merecedores de vuestra función, la que habéis obtenido por vuestra astucia y vuestras estafas... Porque de lo contrario el Dios antiguo no aceptará vuestro sacrificio, sino que os hará esclavos de aquellos a quienes disteis el nombre de “bestias racionales”, un término que es un engendro de vuestra maldad más íntima. ¡Reflexionad bien sobre lo que os dijo el “Terrible”!».

36. Terminado el discurso de Farak, todos quedaron estupefactos, y no supieron presentar ni una sola palabra en su defensa. La mayoría de ellos se dijo: «¡Éste, secretamente, se nos ha adelantado ante el Dios antiguo! Porque si no, ¿cómo habría podido descubrir el juego tan rotundamente, con todos los detalles? Dado que las cosas andan así, ¿quién va a subsistir a su lado? Si hubiera manera de aniquilarle... Pero ahora, ¿quién podrá oponerse a su poder? Antes de que tan sólo llegáramos a levantar una mano contra él, la suya ya nos fulminaría. Por esto conviene esperar con calma y ya veremos qué camino tomarán las cosas y qué podemos hacer».

37. Como nadie se atrevía ya a tomar la palabra, de nuevo Farak se levantó y preguntó: «¡Vamos!, ¿qué os pasa? –– ¿Acaso nadie tiene valor suficiente para tomar la palabra y contradecirme? –– ¿Qué ha pasado con vuestras mentiras, vuestra astucia, lisonja, hipocresía y vuestro engaño?, y ¿dónde se han quedado vuestro poder y vuestra soberanía?... ¿Y qué pasa con vuestro dios Hanoc engañado?

38. ¡Os digo que no se me ha escapado el lenguaje mudo de vuestros pensamientos! Sea como fuere que las cosas se desarrollen, siempre será correcto si actuáis conforme a la ley y la conveniencia. Y aquel de vosotros que no actúe conformemente, él será proscrito como Caín, del que decís que es vuestro padre y que actuó conforme la justicia... sólo que exageró en su ceguera y severidad, de manera que él mismo se ató las manos y tuvo que huir ante su propia obra. ¿Adónde? –– Esto no lo sabe nadie sino únicamente el Dios antiguo y aquel a quien Él se lo comunicase –– si así fuera su Voluntad. Caín fue justo por miedo del juicio de Dios, pero en todo lo que hizo falló porque nunca había nada que él hubiera hecho por amor... a pesar de que fue precisamente esto lo que el Dios antiguo le había mandado, explícitamente.

39. Pero vosotros socavasteis incluso la justicia y la reemplazasteis por astucia, engaño y mentira, e introdujisteis aún más barbaridades incontables cuya infamia no tiene nombre... ¿Y aún os imagináis que el Dios antiguo corriendo os va a apoyar por tan sólo prender fuego al simulacro de un sacrificio? –– ¡Menudo disparate! Como este Dios tiene una vista muy aguda y conoce vuestra índole en todos sus elementos mantiene su oído muy lejos de vosotros, y dentro de vuestra perversidad ilimitada jamás ya os atenderá, aunque incendiarais toda la Tierra en plan de sacrificio; a no ser que antes purifiquéis vuestros corazones con el fuego de un amor ilimitado a vuestros pobres hermanos y hermanas a los que hundisteis en la desgracia... y si os abstenéis de toda clase de lascivia que a hombres de doscientos años ante su función de soberano no les queda nada bien.

40. Y ahora, si podéis y si os atrevéis, ¡responded a mis preguntas o decidme lo que pensáis hacer!... ¡Y decídmelo directamente a la cara tal como yo lo hice sin vergüenza alguna! Porque yo no aspiro al poder como vosotros, ni a una soberanía, ni tampoco a un imperio, sino únicamente al cumplimiento minucioso con las obligaciones de mi encargo, procurando en todo actuar al agrado del Dios antiguo... por cuyo motivo nunca cometí una injusticia, nunca abusé de una mujer, menos aún de una virgen y mucho menos aún de una doncella como vosotros acostumbráis... por lo que me llamáis “el Terrible”, dado que no quería ser un canalla como vosotros.

41. Estas son mis últimas palabras, para que sepáis quién está aquí delante de vosotros al que llamáis “el Terrible”... Pero a éste nunca le conoceréis más de lo que requiere la extrema necesidad ––como ahora mismo se ha dado el caso–– para que no se derrumbe todo eternamente... y repito mis palabras: ¡Para que no se derrumbe todo eternamente bajo la ira nuevamente despertada del eterno Dios antiguo! ¡Y no me preguntéis sobre más detalles, ni por el porqué ni tampoco de qué manera!».

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