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Capítulo 27 El Gobierno de Dios, Libro 1

Una vez que las diez ciudades estuvieron terminadas, los diez soberanos se presentaron a Hanoc y le dijeron: «Hanoc, ¡gran dios de todo poder y toda fuerza! (Nota bene: ...una fuerza que, en realidad, no fue sino ratería, sensualidad, engaño, toda clase de maldad, frialdad, engendro de la serpiente, brutalidad, mentira, lisonja y sacrilegio de toda clase...) Ve, tu pueblo guiado por tu justicia sabia insondable e ilimitada se ha vuelto muy grande y se ha extendido en todo este gran país de tu magnificencia divina, de modo que ya no se puede abarcarlo con la vista desde tu residencia... y si lo perdiéramos de vista, harían lo que les diera la gana. Incluso cabe dentro de lo posible que se despisten hasta tal extremo que vuelvan a evocar y adorar al antiguo Dios de Caín, a pesar de que tú ahora eres el único al que corresponde toda adoración... y que a este antiguo Dios se le pudiera ocurrir atender a uno de ellos y proveerle con un poder invencible... y este pudiera reunir mucho pueblo para luego atacarte y finalmente acabar con todos nosotros. – El Gobierno de Dios, Libro 1, Capítulo 27, Párrafo 1

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