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Capítulo 27 El Gobierno de Dios, Libro 1

23. Acto seguido se levantó Hlad y dijo: «Hermanos, todos sabéis lo cruel que yo tenía que ser contra todos para representar la ley severa, es decir, para presentar la crueldad arbitraria de Hanoc como ley implacable y que yo a todas sus malas jugadas tenía que hacer buena cara. Aunque yo no fui aquel que daba los golpes, pero sí fui el celador que tenía que contar los azotes que Huid y sus esbirros tenían que dar, y tenía que rendir cuentas a Hanoc sobre cada golpe dado, aun teniendo que demostrarle gratitud... Nunca fui insensible aunque por apariencia tuve que serlo; y como veis, ahora quiero hacer lo contrario: voy a ser para Hanoc lo que yo tenía que ser para el pueblo –– nuestros hermanos. Para el pueblo quiero ser caluroso, pero seré un vengador frío de las iniquidades que el pueblo ha sufrido de Hanoc, vengando el pueblo en Hanoc mismo... Mi fidelidad ante él se convertirá en venganza implacable y mi aplicación hará que sea el primero de entre vosotros que convertirá sus elogios en lloros y en gritos al cielo –– un regalo para los oídos de aquellos que estaban continuamente maltratados... y con las gotas de sangre que brotará de la espalda de Hanoc se enrojecerán las mejillas pálidas del pueblo maltratado.

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