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Capítulo 28 El Gobierno de Dios, Libro 1

Estas avideces se hinchan en nosotros porque aumentan cada vez más y, por su peso, aplastan la humildad, engendrando la soberbia... un estado del que el hombre quiere liberarse de semejante carga. Pero dado que como ciego no ve y como sordo no oye ni se entera de lo que le pudiera ayudar, en su avidez despistada se agarra a todos los medios imaginables que su egoísmo puede discurrir. De esta manera los hombres nos llenamos cada vez más con cargas cuyo exceso aplasta la Vida de Dios en nosotros y nos reduce a animales –– mera materia de la tierra en la que mora la muerte, tanto como en el fuego y en el agua, en el aire y en la tierra, siendo la Tierra una madre de la carne o de la muerte... porque donde haya carne, también hay muerte. De modo que todos moriremos –– en lo que se refiere a nuestra carne. – El Gobierno de Dios, Libro 1, Capítulo 28, Párrafo 6

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