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Capítulo 29 El Gobierno de Dios, Libro 1

1. «Mira, hermano Thahirak», le respondió Farak. «En todas las eternidades ni Dios ni todos los espíritus libres pueden deshacer lo hecho, y menos aún nosotros, los seres humanos. Si en un hombre existe la menor chispa de la Sabiduría divina, piensa tú mismo si esta no tendría que razonar de la siguiente manera:

2. “Este hombre ha faltado profundamente por su comprensión malvada, porque carecía de toda Gracia de lo Alto, con lo que dentro de su egoísmo era ciego –– en su propio perjuicio y en él de todo su ámbito. Pero ahora el Amor misericordioso de Dios mandó un rayo claro, acompañado por fuertes truenos, y este hombre pudo ver toda su perversidad y oír el sinnúmero de sus atrocidades”. Si este hombre ahora, en su corazón, empezara a inquietarse y arrepentirse profundamente de sus actividades malvadas, si de esta manera se desentendiera de toda su maldad y entregara su voluntad a la Gracia de Dios... dime, ¿qué harías tú mismo con este hombre? Seguro que me vas a decir: ‘¡Le perdono y le miro como si nunca hubiera faltado! Y tengo una gran alegría al ver que uno que andaba tan perdido ha vuelto a reconocerse a sí mismo y ha encontrado una salida de las cárceles de la locura tenebrosa hacia la Luz de la Gracia divina’. Y yo digo: ¡Buena respuesta! –– Y esto teniendo en cuenta que no eres sino un ser humano... ¡Cuánto más, entonces, Dios tan sumamente sabio ––que es el origen de toda Verdad y de todo Amor–– aprobaría la pertinencia de tu concepto, dado que Él sabe mejor que nadie por qué, cómo y cuántas veces hemos faltado!

3. Sabe: Nosotros humanos faltos de amor juzgamos a nuestros hermanos errantes según el número de infracciones –– sin consideración de si hubo arrepentimiento o no. Pero Dios, a base de su Amor y Sabiduría, no juzga ningún delito pasado del que se esté arrepentido, sino únicamente los actuales no arrepentidos. Lo hecho nunca podrá ser deshecho y en la eterna memoria imperecedera de Dios figurará como mancha oscura en la línea de nuestra vida; aun así, el día que se juzgue esta línea, no será juzgada según el empiece ni según la mitad, sino según el fin de ella... puesto que esta línea continuamente se alarga, ya sea de forma recta conforme el amor y la justicia inherente a él, u ondulada, conforme a la maldad y toda injusticia que esta produce.

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