Help

jakob-lorber.cc

Capítulo 30 El Gobierno de Dios, Libro 1

Pero el más fuerte que se llamaba Meduhed, en voz alta, se dirigió a la multitud furiosa: «¡Insensatos! –– ¿Cómo es posible que rompáis vuestros palos en una pared tan dura e invencible como esta? Cuando ahora vamos a dar la vuelta y si en el camino se nos presentan hienas, tigres leones, osos o grandes serpientes, ¿cómo os vais a defender? Si el Dios antiguo aquí delante de nosotros ya ha puesto un fin invencible a nuestra sed de venganza ciega e inútil, ¿quién sabe si en nuestro camino de vuelta nos ha puesto una contrariedad aún más fatal? Tened en cuenta que no conviene pelear con el Dios antiguo. Porque si Él viera que aquí no hay bestias suficientes para que estas nos puedan despedazar, entonces podría vivificar incluso árboles y piedras para que acaben con nosotros y nuestra estupidez por haber desobedecido, porque hemos pisado las montañas a pesar de su prohibición por parte de Caín, Hanoc y Farak el sumo sabio y justo. ¿Quién sabe si más arriba de esta pared viven seres más sublimes? Porque la tradición, aunque sea vagamente, todavía nombra algo así... Y si tal ser nos descubriera, ¿qué podríamos hacer nosotros ––unos mosquitos–– en contra de tal gigante de Dios? Por esta razón recomiendo que con toda humildad demos la vuelta, aún de día; porque desde siempre la noche fue nuestro mayor enemigo. ¡Amen!». – El Gobierno de Dios, Libro 1, Capítulo 30, Párrafo 9

Capítulo 30 Vista móvil Aviso legal