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Capítulo 5 El Gobierno de Dios, Libro 1

33. Recuérdalo sobre todo: En el centro del Sol mora la Chispa de la Gracia que, tras el fuego de la ira de la Divinidad, da al mundo la Luz. Pero en el centro de la Tierra se encuentra una Chispa de la ira de Dios que, parecido a un dragón ignívomo, mantiene a las cuadrillas malvadas como petrificadas –– en piedras que únicamente pueden ser ablandecidas por el agua de la Misericordia... cuando en el plan de una segunda prueba de libertad para alcanzar la Vida eterna un alma sea encarnada en la Tierra... Ahora percibe el secreto de tu naturaleza y asómbrate del gran Amor de los Poderes eternos: ¡Cuántas veces ya el Amor hizo que nacieras de nuevo para recuperarte para la Vida eterna, para la libertad, la Ley, el Amor y la Luz, y para que puedas volver a ver el semblante del Amor! Ves, ¡ya estuviste perdido! Ves, todo esto te lo quiero revelar y con tu ayuda también a muchos otros para que, de una vez, reconozcáis la suma Bondad del Amor que a vosotros, que sois unos desobedientes, continuamente os colma de tantos bienes... ¡Y lo que el Amor tiene que aguantar de vosotros!...

34. De modo que así, por medio de un hálito del Amor, fue determinado el movimiento de las Tierras alrededor de sus Soles, en señal de que los hijos organicen sus actividades conforme el movimiento de las Tierras alrededor de sus Soles y de las Lunas alrededor de sus Tierras... y que los débiles sean como las Lunas, los fuertes como la Tierra, y los renacidos como el Sol. Que los débiles vean la Fuerza del Amor que nunca los abandonará si, igual que las Lunas, constantemente se orientan hacia el semblante del Amor y lo circundan en sus pequeños círculos –– y además de estos pequeños círculos, simultáneamente, la Fuerza del Amor también los lleva por el gran trayecto que la Tierra describe alrededor del Sol... Que los fuertes sean como la Tierra que, tras su propia rotación, continuamente se mantiene preparada para la recepción de la Luz y del Calor irradiados por la Gracia del Amor que ilumina y calienta por la Fuerza inherente del Amor... para que la Luz y el Calor produzcan toda clase de frutos de las obras del Amor, y los débiles puedan saciarse con ellos... Y que los renacidos de las aguas del Amor misericordioso que están en la Gracia perfecta sean como el Sol, y que su luz brille por todas partes y su calor reanime a los débiles y anime a los fuertes para que estos alimenten a los débiles, y formen una comunidad entre los hijos del mismo Padre.

35. Para que veas aún mejor por qué he preparado todo de esta manera... Observa: La Luna tiene muchas manchas oscuras, y la Tierra tiene polos fríos pero fijos; tiene montañas altas y valles profundos, tiene fuentes, ríos y mares pequeños y grandes. También el Sol tiene manchas, pequeñas y grandes. Y mira, todo esto son efectos surtidos por el Amor y la Gracia, o sea, del Calor y de la Luz correspondientes –– todo son manifestaciones del eterno Amor y del Poder de la Divinidad. Por esto compara a los débiles con la Luna: ¡cómo se parecen! Y la naturaleza de la Luna te será manifiesta... Ahora observa a los fuertes en todo lo que hacen, y verás la Tierra manifiesta delante de ti... Desde un polo al otro tiene que haber un sosiego preciso del espíritu dentro del amor al Amor, para que todo lo que envuelve al espíritu pueda actuar dentro de un orden preciso y de esta manera ser activo para el objetivo común: la conservación eterna. Porque ves, todo depende del sosiego; y sin él no se consigue nada. Y quien no es como los polos de la Tierra, él no penetra su interior profundo como la línea recta entre los polos penetra el centro de la Tierra. Y vuestro amor tiene que ser frío como el hielo de los polos, para que seáis aptos para absorber todo el Calor del Amor divino. Porque mira, todo lo que es caliente no se presta bien para recibir el Calor; pero aquello que dentro de su sosiego está frío, es capaz de admitir el Calor y conducirlo a todas partes del ámbito de la Vida. Pero aquel que recibe el Calor que es el Amor de Dios y lo acumula, él es un avaro y se disolverá como el hielo cerca del fuego. Sólo aquel que recibe el Calor como los polos y lo conduce inmediatamente a todos los que estén en su ámbito cercano y lejano, con él el Amor divino está en buen lugar y corresponde perfectamente a la Voluntad del gran y santo Dador.

36. Este amor producirá mucho fruto y se alzará a la Luz de la Gracia, y divisará continuamente las profundidades insondables de la Divinidad –– igual que los polos de la Tierra que continuamente miran hacia los espacios infinitos de las Creaciones del Amor de Dios, y que con su visión sutil absorben ansiosamente las radiaciones suaves de los espacios en los que hay una infinitud de seres de la Misericordia que en ellos toman su curso, cada uno conforme a su especie... Los polos que en su amor para con Amor absorben estas radiaciones, se encienden por encanto y delicias y producen luz, semejante a un Sol y a la aurora boreal.

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