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Capítulo 8 El Gobierno de Dios, Libro 1

5. «Pero Eva, ¿qué estás haciendo? Aún no estamos bendecidos por el Señor del Poder, de la Fuerza y de la Vida... Sabe que tienes el fruto de la muerte en la mano... ¡Tíralo, para que no muramos en la desnudez ante el Señor de la Justicia!».

6. Eva se asustó tanto de la seriedad de Adán que, a pesar de toda su avidez, soltó el fruto de la muerte que cayó al suelo. Adán, viendo que la avidez de Eva se había perdido, tuvo una gran alegría con la liberación de los lazos de la avidez mortal de Eva.

7. Pero la avidez que Eva había rechazado de su corazón también se encontraba ahí en el suelo... y mediante el Poder de la ira condenadora de la Divinidad se volvió una gran serpiente. Esta tomó el fruto de la muerte en sus fauces y subió al árbol, enroscándose en todas las ramas, rodeándole desde la raíz hasta la cima y clavando su vista fija en Eva que la miraba. Adán observó el comportamiento de Eva, pero aún no vio a la serpiente.

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