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Capítulo 70 El Gran Evangelio de Juan, Libro 1

En Sicar. Ejemplo de la naturaleza de la cabeza y del corazón. «No trates al pecador como un juez sino como hermano amoroso, y encontrarás la Verdad». La rabia es un juicio. Donde no hay amor tampoco hay Verdad. La Verdad general de la eternidad. Enseñanza sobre la existencia individual en el Más Allá. «¿Quién eres tú?». «¡Sígueme!»

1. Dirigiéndome al comandante, continué: «Te pondré un ejemplo para mayor claridad:

2. Entre tus subalternos tienes algunos que se opusieron a tus órdenes y, por tanto, quieres castigarlos. Aunque hagas bien las investigaciones necesarias y con preguntas inteligentes trates de hacerles confesar, ellos, con su inteligencia, desmontarán al instante todas las más agudas preguntas que salgan de tu cabeza. Así una investigación insidiosa da motivo a que se defiendan con mentiras, con lo cual, finalmente, no llegarás a saber la verdad. Y tendrás que condenarlos sin su confesión, basándote en las declaraciones de testigos, a menudo malintencionados, en los cuales tampoco hay verdad. Siempre te quedará la sospecha de que la sentencia sólo fue justa tal vez para uno de entre diez, y que el inocente sufrirá la misma suerte que el culpable.

3. Procura primero no presentarte como juez sino como hombre lleno de amor hacia tus pobres hermanos que pecaron contra ti, despierta el amor recíproco en sus corazones y estos pecadores te confesarán, con contrición y muchas lágrimas, toda la verdad y en qué, cómo y cuándo pecaron contra ti. ¡Y después de esto ya no debes pensar en castigarlos! Porque todo castigo no es afín a la verdad sino a su contrario, pues no es consecuencia del amor sino de la ira del legislador. La ira misma, por supuesto, es un juicio en el cual no existe el amor; y donde falta el amor, tampoco existe la Verdad.

4. Por ello, dedícate al amor puro y actúa en su verdad y fuerza. Entonces encontrarás la Verdad por todas partes y descubrirás que sí hay una Verdad general que no sólo penetra esta Tierra sino también todo el universo.

5. Si te comportas así entre los hombres, entonces, me sigues moralmente de manera perfectamente válida y con esta imitación ganarás la Vida eterna. Sin embargo, si continúas como hasta ahora, entonces, más allá de la tumba, no tendrás sino tinieblas y una existencia vacía y ficticia: la muerte del espíritu del amor y de la Verdad.

6. Pues la vida en esta Tierra es corta ¡pero después viene la eternidad infinita! ¡Si la Verdad absoluta no se ha despertado dentro de ti, te quedarás como estás!

7. Ahora ya sabes todo lo que de momento te hace falta saber. Si deseas saber más, ve al sumo sacerdote Jonael en Sicar. Él te informará sobre todo lo que vio y aprendió de Mí. Actúa de acuerdo con lo que él te diga y llegarás a ser bienaventurado».

8. El comandante se compenetró profundamente con la Verdad de mis palabras: «Amigo, por tus palabras veo que eres el más sabio de los sabios de esta Tierra, por eso haré todo lo que me has recomendado. Pero aún quisiera saber sobre Ti mismo, ¿quién eres Tú en el fondo, y de dónde vienes?».

9. «Primero, en el fondo del fondo ya te lo dije, además de una manera fácilmente comprensible si reflexionas debidamente sobre ello. Segundo, también te he dicho ya que te dirijas a Jonael. Él te explicará todo lo que aún te hace falta. Pero ahora no nos detengas más, porque el día ya está terminado y todavía tengo que acabar varios asuntos».

10. «¿Me permites que te acompañe hasta la ciudad?».

11. «El camino es libre y si me quieres acompañar con buenas intenciones, puedes hacerlo. Pero caso que aún tengas alguna mala intención oculta, sería mejor que te quedaras en casa pues no saldrías bien de esto. Ya probaste mi Poder».

12. «¡Eso ni pensarlo! Ni aunque tuviera motivos de sobra para tales intenciones, y menos en estos tiempos tan críticos de ahora, a los que se aproxima cada vez más la leyenda según la cual los judíos esperan a un salvador mandado por su Dios que les libre del dominio romano. Además, empiezan a oírse de tanto en tanto rumores judíos sobre que tal Salvador ya está en la Tierra. Fácilmente podría pensar que Tú eras este salvador; ya me pasó eso por la cabeza. Pero sea lo que fuere, te reconozco como un sabio de los más sabios y por esto te amo como verdadero amigo de la humanidad. Por tal motivo estos pensamientos míos no me impedirán seguirte personalmente hasta Sicar, en nombre de la Verdad. Y espiritualmente te seguiré durante toda mi vida; aunque sé perfectamente que yo, siendo romano, no conseguiré así que me erijan precisamente un arco de triunfo. Ahora me he confesado totalmente ante Ti y vuelvo a preguntarte si me permites acompañarte. Si dices que sí, iré. De lo contrario, me quedaré aquí».

13. «Pues bien, acompáñame con todos los que están a tu lado para que tengas testigos válidos».

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