7. El chivo no es sino un símbolo del que tendríais que haber aprendido que sólo representa vuestras apetencias y afanes mundanos: la soberbia, terca y maloliente como el chivo; vuestra fornicación e inmundicia en todo; vuestra avaricia y vuestra envidia. Acabando con el emisario tendríais que haber acabado para siempre con el chivo que hay en vuestro corazón. Así habríais cumplido el mandamiento de Moisés y de Aarón y os habríais asegurado infaliblemente su bendición. Sin embargo, matáis los chivos sin sacar provecho ninguno de ello, porque vuestros corazones pecaminosos no cambian. Por eso, Yavé os ha advertido y os seguirá advirtiendo hasta que vuestra medida se colme.
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