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Capítulo 113 El Gran Evangelio de Juan, Libro 5

Los seres humanos de los mundos astrales y la filiación de Dios.

4. Así también causaría un resultado muy malo si Yo, en el gran Orden general de la Creación, admitiese a criaturas humanas de otros mundos para la formación de los muy propios niños de mi Corazón. Verdad es que de vez en cuando es posible conceder tal permiso, ¡pero para esto hacen falta grandes purificaciones, precauciones y preparativos! A tal Gracia llegan ante todo las almas de este Sol o los arcángeles primarios a los que incumbe el deber de dominar, guiar y organizar los cúmulos cósmicos globulares, y también él de mantenerlos orientados en el mejor Orden. Pero con lo enormemente grandes que estos aspirantes a hacerse niños Míos sean en todo, a pesar de esto tendrán que conformarse de ser tan pequeños como Yo aquí, y deben soportar toda clase de humillaciones…

5. También del Sol central del “campo solar” de este sistema solar –del cual también nuestro Sol forma parte– almas pueden trasladarse a esta Tierra para lograr mi Filiación, como también del Sol central de la “región solar” y del Sol central del “universo solar” - eso mientras todos estos astros sean de la misma galaxia en que se encuentra esta Tierra… Pero desde el Sol central principal difícilmente podrá trasladarse algún alma a la Tierra, porque estas almas son tan gigantescas pues contienen tan enorme cantidad de sustancia que no cabe en el cuerpo pequeño de una criatura terrestre.

6. En algunos continentes de este gigantesco Sol central principal existen criaturas tan enormes que su cabeza es por lo menos mil veces mayor que toda esta Tierra, pero aun así mi verdadero “niño” más débil de esta Tierra pasajera –por mi Espíritu en el corazón de su alma– es infinitamente más poderoso que miríadas de aquellos hombres gigantescos del Sol central principal.

7. ¡Por eso sed conscientes de lo que significa ser un “niño” del Altísimo, y de la prueba de la libre voluntad inviolable y autónoma más elevada que hace falta para que el alma pueda unirse a mi Espíritu en vosotros - ¡el único medio que os facilitará haceros perfectamente “niños Míos”!».

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