Capítulo 2 | Carta a Laodicea |
7. Dado que este Evangelio lo recibimos de Él mismo —del único Señor de toda Gloria—, ¡qué grandes necios tendríamos que ser si es que nos dejáramos subyugar de nuevo y voluntariamente en el viejo y duro yugo! 8. ¿De qué más nos sirve ahora la sombra, que bien tuvo un previo significado profético de Moisés sobre aquello que ha sucedido delante de nuestros ojos, a nosotros que nos hemos convertido en un cuerpo con Cristo y en Cristo? 9. Por eso os pido e incluso os ruego: ¡No permitáis a nadie que os fije el objetivo! ¡No de aquél que procede de manera propia y arbitraria y que anda con apariencia de total humildad y completa religiosidad angelical y celestial, cosas que él nunca ha oído o visto jamás, pero que sí está inflado para llevar agua a su molino dentro de sus ambiciones carnales, |
Capítulo 2 | Vista móvil Aviso legal |