Pero también vosotras, mujeres de Laodicea, escuchad: Así lo quiere el Señor, nuestro Dios de eternidad, que estéis verdaderamente sujetas a vuestros hombres en Cristo, el Señor; porque en el hombre vosotras tenéis la cabeza de Cristo. – Carta a Laodicea, Capítulo 3, Párrafo 28
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