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Capítulo 1 Los Tres Días en el Templo

1. La costumbre y el uso prescritos en todo el reino de los judíos era que éstos tenían que llevar a sus hijos a Jerusalén, después de cumplidos los doce años de edad. Los niños eran examinados en el templo por los ancianos, escribas y fariseos sobre todo lo que sabían hasta esta edad, especialmente sobre la doctrina de Dios y los profetas.

2. No es preciso decir que para tal examen era obligado tributar un pequeño impuesto. Si querían un certificado de aptitud, tenían que pagar un impuesto adicional. Los niños que eran aprobados en este examen podían ser admitidos también en las escuelas del templo, con la posibilidad de hacerse servidores del templo.

3. Si los padres podían testimoniar que descendían de la tribu de Leví, los hijos sobresalientes eran admitidos con gran facilidad en las escuelas del templo. En caso contrario, la admisión ofrecía dificultades. Los padres eran forzados a ingresar en la tribu de Leví y mediante dinero, hacer un sacrificio importante al templo.

4. Las hijas no necesitaban someterse a examen, a excepción las que por iniciativa de sus padres querían pasar el examen para mejor satisfacer a Dios. En este caso eran examinada por las ancianas del templo en una mansión separada, y recibían también un certificado de todos los conocimientos y capacidades adquiridos hasta entonces. Esas muchachas podían convertirse en las mujeres de los sacerdotes y levitas.

5. Los exámenes de los muchachos y sobre todo de las muchachas duraban poco tiempo. Había unas preguntas importantes desde siempre, que cada judío sabía de memoria desde mucho antes.

6. Las respuestas a las preguntas conocidas eran comúnmente inculcadas en los muchachos, de manera que cuando el examinador apenas había terminado la pregunta, el muchacho ya había dado respuesta.

7. Al muchacho no se le formulaban más de diez preguntas, por lo que fácilmente se comprende que un examen apenas dura más de un minuto, y si respondía acertadamente las primeras preguntas, se le eximía de las demás, en la mayoría de los casos.

8. Concluido el breve examen, el muchacho recibía un papelito, con el que tenía que presentarse, acompañado de sus padres, el mismo lugar, donde antes había pagado el impuesto. Al mostrar el papelito de examen, tenía que pagar otro pequeño impuesto si quería obtener un certificado del templo. Los muchachos de padres pobres tenían que presentar un signum pauperatis (certificado de pobreza), pues de lo contrario no eran admitidos a examen.

9. El examen se efectuaba durante las Pascuas o la fiesta de los tabernáculos, y duraba comúnmente 5 ó 6 días. Sin embargo, unos días antes de que dieran comienzo los exámenes en el templo, los servidores del templo eran enviados a los mesones para informarse de cuántos candidatos iban a presentarse a examen.

10. Los que querían hacer una reserva especial con anticipación, podían hacerla contra el pago de un pequeño impuesto, y en este caso eran examinados antes. Los que no pagaban el impuesto eran habitualmente los últimos, y no se tomaban gran molestia en examinarlos. Generalmente no recibían los certificados, aunque se los prometían para más tarde. La mayoría de las veces, esta promesa no se cumplía.

11. En algunas ocasiones algunos muchachos inteligentes hacían preguntas a los examinadores y pedían explicaciones sobre diversos textos de los profetas. En estos casos los examinadores acostumbraban a enojarse y ponían muy mala cara, pues los examinadores raras veces estaban más al corriente de las Escrituras y de los profetas que los maestros mal instruidos de enseñanza elemental. Sólo sabían de lo que tenían que preguntar; de lo demás tenían poco o ningún conocimiento.

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